Las primeras marcas tenían un fin meramente funcional, eran para diferenciar mi vaca de la vaca del vecino, o mis jarrones de los jarrones de los del otro artesano del pueblo. Poco a poco fue ganando terreno y se le fueron sumando atributos intangibles, llegó un punto en el que una marca ya no sólo diferenciaba un producto, lo cargaba de estatus.
La mejor definición que tengo de marca se la escuché al director creativo de una agencia de publicidad justo después de salir de una reunión. Pasó que cuando nos retiramos de la habitación, habíamos dejado la memoria conectada al computador y nos devolvimos a la sala donde aún estaba el cliente con sus compañeros; accidentalmente alcanzamos a escuchar que estaban hablando de nosotros, cosas buenas afortunadamente. Regreso a la agencia me dice: lo que acaba de pasar es la definición de marca: marca es lo que dicen de uno cuando uno ya no está.
Si no eres marca, eres mercancía
Somos seres sociales y todo lo que hacemos o dejamos de hacer dice algo de nosotros, todo comunica. En ese amplio espectro de percepciones entra en juego la gestión de marca, gestionar nuestra marca personal implica actuar con un propósito, ser conscientes de que todo comunica y cuidar los puntos de contacto para fortalecer nuestro posicionamiento en aquellas personas a las que nos interesa llegar.
Gestionar tu marca personal es pensar en el qué, el porqué y el para qué vas a actuar (o no actuar). Y en este sentido, el branding es en últimas un ejercicio de autoliderazgo consciente. Antes de pensar en una marca personal se debe ser persona, con esto quiero decir que debemos estar alienados y apalancarnos en nuestros valores para mostrar aquello que nos apasiona, nos diferencia y en lo cual somos buenos. Nuestros valores son y deben ser el pilar de nuestra marca, y esto solo es posible cuando ejercemos liderazgo sobre nuestro ser, cuando elegimos y actuamos bajo un propósito.
Esa máxima del mundo publicitario donde decimos que, si no se es marca, se es mercancía, se aplica con fuerza a la marca personal, donde la góndola es nuestra organización y la tienda es el mercado laboral. ¡Y ojo! No digo que la marca personal está para mostrarnos como productos, lo que quiero decir es que trabajar en nuestra marca saca lo mejor de nosotros y nos da la claridad necesaria para que las personas nos vean como queremos y necesitamos que nos vean: como personas únicas, coherentes y con propósito. No como productos intercambiables.
¿Y tú, qué marca dejas en los demás?
Si marca personal es eso que dicen de ti cuando no estás presente, esa huella que dejas en la mente de los demás, el posicionamiento tiene entonces que ver con las ideas que sembramos en la mente de los demás para que piensen lo que tú esperas que piensen de ti. Por eso decimos que el posicionamiento se crea y se fortalece gestionando y cuidando cada uno de los puntos de contacto.
Uno de los puntos de contacto más determinantes para tu marca, posicionamiento y reputación profesional son las presentaciones. Ahí te la juegas toda y lo importante es entregar siempre algo que valga la pena ser compartido, una idea clara que las personas puedan llevarse.
La metodología y las herramientas que brindamos en nuestro curso virtual de Presentaciones tipo TED ayudan a organizar los pensamientos y a presentar las ideas de forma clara, con sentido e impacto. Ya sea para inspirar un propósito en tu equipo de trabajo, persuadir tus líderes para que apoyen una idea o compartir los resultados del mes pasado.
Ya sabes, has que tus presentaciones no pasen de largo, trabájalas para potenciar tu posicionamiento y tu reputación. Después de nuestro curso virtual de Presentaciones tipo TED, tus presentaciones no volverán a ser las mismas.
Carlos H. Gómez
Publicista, Esp. en comunicación organizacional
(+57) 300 629 2914
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