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El regreso a la oficina, ¿un paso adelante y dos atrás?

Dos años después de que la OMS declarara la Pandemia por Coronavirus, estamos empezando a ver un regreso cada vez más acelerado a las oficinas.


Las nuevas dinámicas de trabajo remoto, antes consideradas por muchos como inviables, y en la que casi todos entramos porque era la única opción, cambiaron por completo nuestra percepción del trabajo y sobre todo, del equilibrio entre vida personal y vida laboral.



Fue extraño que, de un día para otro y en medio de una incertidumbre grandísima, tuviéramos que trabajar desde casa. Las primeras reuniones virtuales eran una novedad para muchos de nosotros, pero nos fuimos adaptando esa nueva realidad hasta que se convirtió en la realidad a secas. Lo extraño ahora es tener que volver al escritorio, salir a las 7 a.m. de casa y regresar después de las 6 p.m., echar de menos la nueva-vieja rutina familiar, las pequeñas licencias para el mecato a media mañana y el café después de almuerzo.


Esos nuevos hábitos que ahora sentimos nos vuelven a quitar, ese regreso a la oficina, implica una nueva adaptación, un nuevo cambio y nuevos retos para las organizaciones. Hemos identificado tres elementos a tener en cuenta para que en la vuelta a la presencialidad no perdamos lo que hemos ganado en estos dos años de Pandemia.


Trabajo es trabajo

Ya demostramos que el trabajo remoto es igual o más productivo que el trabajo presencial, el mito de la productividad fue derrumbado y es algo que, más allá de las directrices organizacionales, los colaboradores tienen claro a la hora de cuestionar las medidas para el regreso a la oficina.


Esa productividad en casa combina tres elementos: 1. La presión por alcanzar el resultado y demostrar que en casa también se puede trabajar, 2. La tranquilidad de encontrar un ritmo de trabajo a nuestra medida, sin ser observados y; 3. Que en muchos casos se desdibujó la línea que divide la vida personal de la vida laboral y las jornadas son más largas.


Esta última es precisamente una queja recurrente en colaboradores de todos los niveles, la invasión del trabajo en los espacios personales, sociales y familiares; reuniones a la hora del almuerzo, chats después del horario laboral y llamadas los fines de semana están a la orden del día.


En los últimos meses empiezan a sonar nuevas acciones en organizaciones y gobiernos para evitar estas prácticas; en ese sentido, Mercedes-Benz tomó medidas drásticas y decidió apagar el sistema interno de chat, llamadas y correo electrónico después de las 5:00 p.m.; y sancionar duramente a aquellos jefes que envíen comunicaciones por el chat personal o que llamen por fuera del horario para tratar temas que no requieran atención inmediata o que resenten una pérdida inminente para la compañía.


Esas victorias en cuanto a derechos y respeto por el tiempo libre de los colaboradores es algo que no sólo deberíamos acatar sino que es algo que deberíamos promover en aras de tener resultados igual o más productivos, un mejor clima laboral y la tranquilidad de saber que es un punto clave para la retención del talento.


Lo virtual llegó para quedarse

Entender que la virtualidad ya es parte de nuestra dinámica laboral es fundamental para que las organizaciones y sus equipos estén más abiertos a implementar nuevas herramientas tecnológicas que faciliten la colaboración y el trabajo en equipo. La aceleración cultural en temas digitales fue grandísima, las videollamadas para ahorrar recursos y las herramientas para gestión de tareas están en furor. Las organizaciones deben adaptarse a las nuevas tendencias.


En esta etapa, en la que muchos colaboradores están migrando de la alternancia a la presencialidad total, es común escuchar comentarios que apuntan a lo inoportuno e inconveniente que resulta ir a la oficina para tener reuniones virtuales. Sabemos que la virtualidad no puede reemplazar la presencialidad y que las conexiones humanas van más allá de compartir una tarea o de sacar adelante un resultado, por ello es importante que los equipos puedan recuperar espacios estratégicos y hacer más productivas las reuniones.


Las organizaciones no deberían echar en saco roto los modelos de trabajo híbrido en el que los colaboradores tienen la posibilidad de trabajar desde casa un determinado número de días al mes. Cuidar el clima y la productivdad de los equipos es también velar por su bienestar y entender las dinámicas actuales, tener claro que, por fuerte que suene, hay días en que la casa puede reemplazar la oficina.


Foco en el desarrollo de nuevas competencias

Nuevos escenarios traen consigo nuevas formas de relacionarnos y nuevas habilidades para desarrollar o fortalecer. El camino hacia una productividad más consciente y enfocada implica relaciones más asertivas y claras. El foco hoy en día no está en el líder, el foco está en entender a los equipos como un sistema: una red de conversaciones atravezada por la confianza en la que, el compromiso y la responsabilidad compartida es la piedra angular de los resultados.


Necesitamos facilitar el desarrollo de equipos que se vean a sí mismos como un sistema unido por la calidad de sus interacciones, equipos que puedan asumir la realidad y tener discusiones productivas que les permitan ampliar su punto de vista sin perder el foco estratégico de su rol dentro de la organización. Equipos con propósito, equipos cuyas reuniones sean ultra-productivas y cuyas acciones sean coherentes con la filosofía y los valores de la organización.


Derrumbamos también el mito del líder que todo lo puede, ese líder omnipresente fue reemplazado por un líder cercano y con una mirada clara de la realidad de su equipo, un líder que inspira a través de una visión compartida y un propósito superior que invita a su equipo a aprender y crecer.


Ese nuevo estilo de liderazgo requiere el desarrollo de nuevas competencias, nuevas habilidades y nuevas prácticas relacionales con su equipo. Debe ser un líder capaz de liderarse a sí mismo, gestionar sus emociones y entender el estado emocional de su equipo. Un líder con la capacidad para diseñar estratégicamente y mantener el foco. Un líder capaz de inspirar propósitos, comunicar con impacto y negociar con asertividad. Un líder que forme y promueva nuevos liderazgos en su equipo, que tenga la visión necesaria para empoderar a sus colaboradores y retroalimentarlos para su desarrollo. Finalmente, un líder que genere resultados, que entienda el negocio, que transmita la confianza necesaria para dirigir equipos orientados hacia la excelencia.

 

La vuelta a la presencialidad afianza los lazos y nos confirma que, independientemente del modelo, sea virtual, presencial o alternancia, contar un equipo comprometido y talentoso nos impulsa a seguir creciendo. Aprovechemos las oportunidades y los retos que nos deja este nuevo cambio, es hora de dar el paso hacia el futuro, sacar lo mejor de nosotros y surfear la ola del cambio.

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